Perros fabricados para sufrir. La manipulación genética detrás de lo adorable.
- BYMCOMUNICACION ILLY
- hace 4 días
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Por: Rodrigo Hargreaves A.
El bulldog francés de un familiar cercano sufrió, de un día para otro, una neumonía y un enfisema pulmonar. Verlo luchar por respirar, mientras jadeaba con cada intento de tomar aire, fue doloroso. No se trataba de descuido ni de falta de atención, era simplemente la fragilidad de su cuerpo frente a un problema que parecía inevitable.
Esa experiencia me hizo cuestionar profundamente este fenómeno: ciertas razas que se han puesto de moda, muy queridas por su carácter cariñoso y noble, pero fabricadas con una anatomía que atenta contra su propio bienestar.

Hemos fabricado perros a la medida de nuestras necesidades emocionales. Los quisimos siempre cariñosos, siempre pequeños, siempre tiernos… perfectos para la compañía. Pero en esa búsqueda de perfección para nosotros, los llenamos de imperfecciones para ellos. Pugs, bulldogs, shar pei y muchas otras razas, fueron moldeadas para satisfacer nuestras carencias afectivas, nunca las de ellos. Hoy son fieles y adorables, pero también cargan con un alto costo: dificultades para respirar, caminar, correr o incluso parir. ¿De verdad pensamos en ellos alguna vez, o sólo en nosotros?
Estos perros no surgieron de la selección natural, sino de la manipulación genética. Si fuera por la naturaleza, jamás existirían. La evolución elimina aquello que compromete la supervivencia; en cambio, nosotros perpetuamos rasgos que ponen en riesgo la vida.
La selección natural se encarga de favorecer a los individuos mejor adaptados a sobrevivir y reproducirse. Un perro con serias dificultades para respirar, parir o regular su temperatura, nunca tendría posibilidad de perpetuar su linaje en un entorno silvestre.
Simplemente, esos genes desaparecerían. Sin embargo, nuestra intervención detuvo ese filtro natural y, por razones estéticas o emocionales, multiplicamos precisamente aquellas características que ponen en riesgo la vida del animal. Así creamos razas que dependen por completo de la asistencia humana para nacer, sobrevivir y, en muchos casos, apenas llevar una vida aceptable.
El caso de los braquicéfalos es un ejemplo evidente. La falta de espacio en sus vías respiratorias les provoca un síndrome crónico que les impide oxigenarse de manera normal. Muchos viven jadeando, luchando por cada bocanada de aire.
El calor los asfixia con facilidad y las caminatas se vuelven un reto. En silencio, sufren problemas cardíacos, golpes de calor y fatiga constante, aunque para el ojo humano sigan siendo “tiernos” y “graciosos”.
A ello se suman los partos complicados: gran parte de estas razas no pueden parir sin asistencia quirúrgica. Sus cachorros tienen cabezas tan grandes en proporción a la madre, que muchas veces se recurre a cesáreas programadas. Lo que en la naturaleza sería inviable, en la cría controlada se convierte en rutina. Criamos perros que necesitan intervención médica sólo para nacer.
No se trata de demonizar a quienes ya tienen un pug, un bulldog o un shar pei en casa. Ellos no eligieron nacer así. Son compañeros nobles y cariñosos que merecen todo nuestro respeto y cuidados.
Pero sí debemos cuestionar el sistema que los produce, la industria que se beneficia de la moda y los estándares que seguimos avalando como sociedad. Porque mientras más se demanden, más se seguirán fabricando perros para nuestra satisfacción, a pesar de que vivan con limitaciones que nunca eligieron.
Ciertamente son adorables… pero sufren innecesariamente. No podemos seguir justificando ese sufrimiento sólo porque nos parecen bonitos o porque se ajustan a nuestra idea de compañía. El verdadero amor hacia los perros debería poner su bienestar por encima de nuestras preferencias estéticas.
Rodrigo Hargreaves
Médico Veterinario
Coach Estratégico
Tiktok / Instagram: @coachrodrigo_h









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