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La salud mental en la infancia: un regalo para toda la vida

Cada 30 de abril, el Día del Niño nos invita a celebrar la alegría, la creatividad y la espontancidad de la infancia. Es una fecha que suele estar asociada con juegos, regalos y sonrisas, pero también representa una oportunidad invaluable para reflexionar sobre un tema que, aunque no siempre visible, es fundamental: la salud mental de los niños y niñas.

La salud mental comienza desde la infancia:


Desde sus primeros años, los niños desarrollan vínculos afectivos, formas de interpretar el mundo y recursos emocionales para afrontar lo que les rodea. El cuidado de la salud mental infantil implica mucho más que la ausencia de trastornos: se trata de garantizar un entorno que favorezca su desarrollo emocional, afectivo y social.


El juego, la palabra, el afecto y los límites son elementos clave que les permiten crecer en un ambiente seguro y contenedor: Cuando estas condiciones están presentes, los niños no solo se sienten protegidos, sino también escuchados y valorados.


El mundo emocional del niño también necesita atención:


A diferencia de los adultos, los niños no siempre pueden expresar lo que sienten con palabras. Sus emociones muchas veces se manifiestan a través del cuerpo, la conducta o el juego. De acuerdo a la Asociación Psicoanalítica Mexicana, es fundamental estar atentos a ciertos signos que podrían indicar malestar emocional


Cambios repentinos en el estado de ánimo o el comportamiento.

Alteraciones del sueño o del apetito.

Dificultades para relacionarse con otros niños o con adultos.

Regresiones (por ejemplo, volver a mojar la cama o a hablar como si fueran más pequeños).


Miedos intensos o ansiedad persistente:


Estas señales no deben ser interpretadas como simples "berrinches" o "etapas pasajeras", sino como expresiones que merecen ser escuchadas y atendidas con sensibilidad.


Los adultos como figuras clave:


La salud emocional de los niños se construye en relación con los adultos que los rodean. Padres, madres, docentes, cuidadores y profesionales de la salud desempeñan un papel central en la forma en que los niños aprenden a conocerse, autorregularse y vincularse con el mundo.


Fomentar un entorno afectivo implica:

Brindar escucha activa y empática.

Validar sus emociones, incluso cuando no las comprendamos del todo.

Promover espacios de juego, creatividad y expresión.

Establecer límites claros y amorosos.

Buscar apoyo profesional cuando se presentan señales de alerta.


El psicoanálisis nos enseña que el aparato psíquico se forma desde la infancia, a través de experiencias, vínculos y representaciones. Por ello, intervenir a tiempo y con sensibilidad puede marcar una diferencia profunda en la vida emocional de una persona.


Cuidar hoy su mente es cuidar su futuro:


Reconocer la importancia de proteger y promover la salud mental desde los primeros años de vida. Una infancia emocionalmente acompañada es el punto de partida para un desarrollo más sano, empático y resiliente.


Escuchar a un niño, comprender sus emociones y ofrecerle contención es más que un acto de cuidado: es una inversión profunda en su bienestar presente y en la sociedad que todos estamos construyendo.


Porque la salud mental no espera a la adultez. Comienza hoy, en cada palabra, en cada abrazo, en cada juego. Y acompañarla es, sin duda, el mejor regalo que podemos ofrecerles.


 
 
 

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