Consejos / Mascotas
Por: Rodrigo Hargreaves A.
"Vivo bajo una ansiedad constante, he aprendido que fuera de mi entorno cercano e incluso por momentos también en mi propio hogar estoy rodeado de estímulos peligrosos.
Esta sensación se acrecienta especialmente cuando salgo de casa. Como líder, he asumido la responsabilidad de proteger a mi familia y para ello he aprendido a alejar cualquier amenaza que pudiese comprometer nuestra integridad.
Comencé por mostrar algunas señales para amedrentarlos, pero no fueron suficientes y con el tiempo aprendí que arremetiendo con decisión y enfrentándolos, se tornó el modo más eficiente para mantener estos peligros a distancia".
Lo que acabas de leer no es la narración de una película de guerra o acción, sino el estado de ansiedad y estrés que enfrentan miles de perros hoy en día, a quienes no les supimos guiar y enseñar que, en el mundo de hoy, tales amenazas son prácticamente inexistentes.
Detrás del comportamiento agresivo de un perro, existen muchísimas causas, pero sin lugar a duda, una de las principales raíces es el miedo. Y este miedo, en muchos casos, es generado porque no asumimos que lidiamos con una totalmente distinta
especie a nosotros, y aplicamos métodos de crianza similares a los que adoptamos para con un niño. Nuestra actitud complaciente y permisiva, sin límites y reglas claras, hace que muchos perros no nos vean como líderes, mas bien, como un recurso más, a través del cual ellos obtienen lo que quieren. El no tener un liderazgo claro y definido, implica que el perro sea entonces el que adopte esa figura, manteniéndose en un estado constante de alerta.
Una mala gestión de la correa, por ejemplo, se traduce en un perro que tira y lidera el paseo. Por otra parte, nuestra mala interpretación del lenguaje canino o falta de seguridad nos hace temer cada vez que otro perro o persona se nos aproxima, por lo que tensamos inconscientemente de la correa, lo que sólo puede ser interpretado y reafirmado por nuestro perro, que aquel estímulo representa una verdadera amenaza ante la cual debe ponerse en acción para librarse de ella.
Existe otro fenómeno muy interesante, y es que, por miles de años el perro fue considerado siempre un animal de trabajo, y a través de los siglos se seleccionó y priorizó ejemplares con algunas características de temperamento, carácter y contextura física que dieron paso a la existencia actual de diversas razas creadas con propósitos muy definidos de acuerdo con las tareas de pastoreo, rastreo, protección y caza por mencionar sólo algunas.
Estas razas de trabajo, que traen en sus genes una motivación de trabajo tan fuerte, resultan que, en nuestros tiempos modernos, y especialmente en los últimos cincuenta años, la gente los adquiere sólo por su aspecto físico o por tendencia, y esperamos de ellas que su única función sea la de compañía. Obviamente, si en este tipo de perros, no atendemos y aprendemos a canalizar sus motivaciones instintivas más profundas, a través de un juego o actividades que le permitan satisfacer esa necesidad para la cual fueron creados, dentro de un contexto controlado por nosotros, no sería de extrañar entonces, que en algún momento expresen ese instinto hacia otros animales, perros, personas e incluso objetos en movimiento (carros, motos, ciclistas, etc) convirtiéndose en un peligro inminente para su entorno cercano.
También existen otros factores detrás de comportamiento agresivo que pueden ser temporales o permanentes en algunos casos, como son la agresión maternal, por defensa de sus crías; la agresión territorial por protección de su espacio; agresión de dominancia, por escalar una posición jerárquica y la agresión por evitación, muy frecuente en perros que cursan alguna patología o dolencia física.
Lo importante es que si estás enfrentando una situación donde tu perro ha tenido episodios violentos, jamás lo etiquetes de agresivo a priori, porque a menudo bajo dicha categorización, se pierde la confianza y se debilita tu vínculo con él, lo vas excluyendo, postergando y difícilmente revertirás el problema.
Como expliqué anteriormente, muchos perros son catalogados como agresivos, cuando en realidad son perros incomprendidos con conductas agresivas aprendidas como autodefensa. Tu misión es acudir inmediatamente a un etólogo o educador canino para evaluar bajo en qué contexto se presenta esa conducta agresiva, llegar a la raíz del problema e iniciar una terapia que entregue herramientas de manejo al propietario, modificación de conducta del perro y de ser necesario, apoyo farmacológico.
Rodrigo Hargreaves
Médico Veterinario
Etólogo Canino
Tiktok / Instagram: @coachrodrigo_h
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